LA FAMILIA PERTUS
Los Pertus era una familia muy especial, pues estaban un poco pirados.
El padre, Antonio, era un hombre de aspecto un poco raro. Tenía el pelo canoso, los ojos bastante negros y hundidos con muchas ojeras, la cara con abundantes arrugas y la piel blanca como la leche.. Era alto y muy delgado pues no pesaba más de sesenta kilos. Siempre llevaba puesta una gorra para disimular su pelo canoso. Solía vestir con chándal los días de la semana en que trabajaba, aunque los días de fiesta no es que se arreglara mucho, la verdad, pues iba con vaqueros y camisa.
Su trabajo era también un tanto extraño. Trabajaba por las mañanas en un cementerio, en donde estaba casi siempre solo, a no ser que hubiera algún entierro. Daba vueltas vigilando y, alguna que otra vez, limpiaba alguna lápida. Por las tardes, como las tenía libres, le gustaba pasear por caminos solitarios y oscuros. Era un hombre reservado, pues no decía nunca lo que pensaba.
Algunas de sus aficiones eran encerrarse en su cuarto cuando la noche ya había caído y encender una lamparita con poca luz para leer uno de sus libros de asesinatos, de los que tenía bastantes en una estantería de su cuarto. Cuando leía solía meterse bastante en el papel del protagonista. La gente dice que por eso es tan raro. Eso, al menos, pensaban sus vecinos cuando lo veían salir de su casa y ni siquiera saludaba. Otra de sus aficiones era subir a su azotea cuando la noche había caído y pasear hasta que le entraba sueño y se iba a dormir.
Aunque esa es la imagen que la gente tenía de él, en el fondo no es un ser tan raro, sólo que tenía una personalidad distinta a la de los demás. Si le dabas confianza, era bastante cariñoso y se dejaba querer por los que había a su alrededor. Quizás si los demás hubiesen conocido su infancia, podrían descubrir por qué era así.
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La madre se llamaba Ángela. Tenía el pelo negro largo y liso, ojos claros como el azul del mar algo saltones y rasgados y piel morena. Bastante delgada, aunque no tanto como su marido, tenía las uñas largas y siempre pintadas de negro. Vestía entre semana con una falda de color gris y encima llevaba un delantal blanco,
Hacía de ama de casa. Casi nunca salía a la calle; sólo para comprar, ir al médico o visitar a algún familiar. Decía que se encontraba mejor en casa, que era algo mayor y no tenía ganas de nada. Se levantaba todas las mañanas al salir el sol para preparar el desayuno de sus hijos y marido, y ya ni se volvía a acostar más pues las tareas de la casa le ocupaban el tiempo.
Algunas tardes iban algunas de sus vecinas para decirle que se fuera un rato con ellas a andar o comprar, pero ella decía que se encontraba cansada y no iba. Parecía que no quería tener relación con los demás; sólo le importaba su familia.
Sus aficiones eran salir al patio y sentarse a pasar el rato. También le gustaba ver la tele hasta altas horas de la madrugada y leer libros de hadas y elfos.
Con las pocas personas con las que tenía confianza se mostraba cariñosa y simpática. Era generosa y daba cuanto tenía.
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La hija se llamaba Ángela, como su madre. Tenía el pelo rubio en forma de melena corta, ojos claros con ojeras y hundidos. Estaba más rellenita que sus familiares aunque era alta como su padre. Solía vestir con chándal y sudadera, aunque le gustaba ir bien arreglada y se pintaba los ojos para salir.
Estaba estudiando en un instituto bastante raro, un lugar oscuro y sombrío. En el interior de las aulas, en pleno invierno hacía bastante frío pues la calefacción se averiaba bastante. No tenía ventanas por lo que solo veían la luz del día cuando salían al recreo. Los pasillos eran largos y adornados de santos y figuras tristes.
Entre sus aficiones estaban salir los fines de semana con sus amigas, ir al cine y conectarse al ordenador para comunicarse con sus amigos.
Ángela tenía bastantes amigos pues era sociable, cariñosa y simpática.
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El niño pequeño de la familia se llamaba David. Tenía unos diez años. Era de pelo moreno, los ojos negros y hundidos, alto y estaba demasiado delgado, incluso más que su padre.
Solía vestir un chándal negro y sudadera, y llevaba el pelo de punta, muy corto y con gomina.
Estaba en un colegio de su pueblo, donde era bastante reservado y no hacía amigos fácilmente. Su madre iba de vez en cuando a hablar con su tutor para ver si iba cambiando, pero éste le respondía que cada día que pasaba iba a peor. Atendía poco y siempre estaba dibujando calaveras, cruces negras, muñecos ahorcados…
Algunas de sus aficiones eran coleccionar juguetes tenebrosos de aspecto horrible y leer libros de asesinatos. En casa no hablaba mucho con nadie y casi siempre estaba en su cuarto escuchando música.
Era la persona más rara de la familia y parecía que no se quería ni a él mismo.
Quizás algún día conozcamos por qué es así y si le sucedió algo para volverse de esta manera.
Francisco Serrano
FELICES VACACIONES A TODOS
Hace 13 años
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