Pelufa
PELUFA
Os voy a decir que en cada casa vive un ser especial. En la mía vive Pelufa, un ser brillante, suave, esponjoso, de color azul( aunque, a veces, si su estado de ánimo cambia, también lo hace su color).
A mamá le gustan las tazas, teteras, azucareros y objetos de porcelana. Los tiene colocados en un mueble del salón. En una de las teteras vive Pelufa. Cuando mi madre limpia la vajilla, Pelufa salta de uno de esos cacharros al otro hasta que termina la limpieza.
La forma en que llegó a mi casa deseo contárosla:
La pasada Nochebuena descubrí en la puerta de mi habitación un regalo que siempre había deseado: un perro pequeño al que puse el nombre de Piñón. Una de las noches en que bajaba al baño observé a Piñón jugando con un ser extraño que no se parecía a ningún otro animal que yo había visto. Como parecía cariñoso, me acerqué a él y me dejó que lo acariciase. Desde entonces, todos los días lo saludaba y le ponía un grano de arroz para que se lo comiera..
Una de las tardes que iba a casa de mi amiga Claudia a hacer un trabajo para la clase vi en su salón a un diminuto personaje aún más raro que el que yo tenía. Parecía una gran gota de agua azul brillante como el cristal que tenía en la cabeza una gorra muy graciosa. Mi amiga me dijo que se llamaba Gotín y se lo había encontrado su perro Pancho.
Al regresar se lo conté todo a Pelufa y me dijo que existen muchos seres desconocidos por las personas. También me explicó que su especie cada año cambia de forma y color aumentando mucho su altura y poco el tamaño de los pies.
La convertí en mi mascota y sentía mucho cariño por ella.
Era una noche fría. Me desperté y lo primero que hice fue mirar por la ventana, Vi que había nevado. El reloj marcaba las siete de la mañana. Bajé las escaleras con cuidado para no despertar a nadie.
Al llegar abajo, vi a Pelufa tirada en el suelo. Corrí hacia ella creyendo que algo malo le había pasado, pero sólo estaba dormida. Se quedó así leyendo una carta.
Cuando despertó, le pregunté de quién había recibido la carta el día anterior. Me explicó que era de sus padres, Pelusón y Pelusina, que ya habían llegado y estaban llamando a la puerta. Los conocí y comprobé que eran muy simpáticos. Me dijeron que el motivo de su visita era verme para conocer a la familia con quien estaba su hija. Les enseñé la casa, fuimos todos juntos de excursión y se marcharon prometiendo que volverían.
Os voy a decir que en cada casa vive un ser especial. En la mía vive Pelufa, un ser brillante, suave, esponjoso, de color azul( aunque, a veces, si su estado de ánimo cambia, también lo hace su color).
A mamá le gustan las tazas, teteras, azucareros y objetos de porcelana. Los tiene colocados en un mueble del salón. En una de las teteras vive Pelufa. Cuando mi madre limpia la vajilla, Pelufa salta de uno de esos cacharros al otro hasta que termina la limpieza.
La forma en que llegó a mi casa deseo contárosla:
La pasada Nochebuena descubrí en la puerta de mi habitación un regalo que siempre había deseado: un perro pequeño al que puse el nombre de Piñón. Una de las noches en que bajaba al baño observé a Piñón jugando con un ser extraño que no se parecía a ningún otro animal que yo había visto. Como parecía cariñoso, me acerqué a él y me dejó que lo acariciase. Desde entonces, todos los días lo saludaba y le ponía un grano de arroz para que se lo comiera..
Una de las tardes que iba a casa de mi amiga Claudia a hacer un trabajo para la clase vi en su salón a un diminuto personaje aún más raro que el que yo tenía. Parecía una gran gota de agua azul brillante como el cristal que tenía en la cabeza una gorra muy graciosa. Mi amiga me dijo que se llamaba Gotín y se lo había encontrado su perro Pancho.
Al regresar se lo conté todo a Pelufa y me dijo que existen muchos seres desconocidos por las personas. También me explicó que su especie cada año cambia de forma y color aumentando mucho su altura y poco el tamaño de los pies.
La convertí en mi mascota y sentía mucho cariño por ella.
Era una noche fría. Me desperté y lo primero que hice fue mirar por la ventana, Vi que había nevado. El reloj marcaba las siete de la mañana. Bajé las escaleras con cuidado para no despertar a nadie.
Al llegar abajo, vi a Pelufa tirada en el suelo. Corrí hacia ella creyendo que algo malo le había pasado, pero sólo estaba dormida. Se quedó así leyendo una carta.
Cuando despertó, le pregunté de quién había recibido la carta el día anterior. Me explicó que era de sus padres, Pelusón y Pelusina, que ya habían llegado y estaban llamando a la puerta. Los conocí y comprobé que eran muy simpáticos. Me dijeron que el motivo de su visita era verme para conocer a la familia con quien estaba su hija. Les enseñé la casa, fuimos todos juntos de excursión y se marcharon prometiendo que volverían.
Eva López Guillén
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